miércoles, 22 de febrero de 2023

Ciudades, villas, pueblos y parroquias Origen de los municipios en Colombia Por: Alberto Corradine Angulo


Panorámica de Honda Tolima
(Fotografía José Giovanny Trujillo Gonzalez 19/02/2023)

 El régimen político y social adoptado por la Corona española para el manejo y administración de sus dominios en ultramar partió de los modelos tradicionalmente empleados en los reinos peninsulares, con evidente predominio de lo castellano. En la cabeza de la pirámide que para tal efecto se formó, se encontraba la institución suprema: la ciudad, considerada por muchos historiadores como la expresión de la organización conocida hoy como municipio.

La ciudad constituía el núcleo poblacional más completo, en todo los ordenes: político, militar, religioso, poblacional, comercial y jurisdiccional, poseedora de una gran autonomía, pero que en definitiva tenia una dependencia directa del rey, supremo juez, legislador y gobernante, interesado con el paso del tiempo en centralizar el poder y limitar los derechos tanto de la alta nobleza, como los privilegios otorgados a las ciudades. Desde la Alta Edad Media los reyes otorgaron facultades especiales a las ciudades, conocidas genéricamente como Fueros, o Cartas Pueblas, consignados en cédulas reales, entre las cuales la más apetecida se encontraba en poder tener procuradores con capacidad de participar en las Cortes.

Desde los tiempos del rey Alfonso X, el Sabio, se consignan en las Siete Partidas algunas de esas características especiales que las adornaban: sede de obispo o arzobispo, cabildo o ayuntamiento propio elegido por cooptacion anualmente, el cual estaba constituido por dos alcaldes o jueces, 4, 6, 8 o más regidores, escribano público y de cabildo, procurador, alguaciles y otros funcionarios menores. Dentro de sus facultades cabía la de señalar impuestos locales, fijar precios de los alimentos, venta de abastos a otras ciudades y ejercer labores de gobierno, de justicia y de manejo militar dentro de su jurisdicción.

Para el manejo y justicia que debía ejercerse sobre los vecinos establecidos en sus hatos o haciendas, fueran nobles o libres, se designaba también un funcionario especial que se designaba como alcalde de la Santa Hermandad. Quien ejercía ese cargo debía satisfacer calidades elevadas de nobleza. En España se nombraban dos alcaldes de la Santa Hermandad, uno para los nobles, otro para los pecheros y siervos, lo que en América no fue necesario por no existir esas calidades; no obstante, el único designado en cada ciudad estaba encargado de ejercer control y castigo de los forajidos y gentes de mala ley.

Las primeras fundaciones que hicieron los conquistadores siempre pensaron en alcanzar la calidad de ciudad, puesto que se trataba de lugares poblados por los españoles, situados a muy grandes distancias, por lo cual asignaron con frecuencia extensos territorios para su respectivo alfoz o jurisdicción, además de los espacios amplios destinados al crecimiento físico de la ciudad y otros para destinar a rentas; los primeros son los Ejidos (vendibles con el tiempo) y los segundos los Propios (áreas rurales para rentas propias). Sus vecinos fueron siempre españoles, a los cuales se agregaron en número indeterminado indígenas sometidos o fieles a ellos, no contemplados entre el número de vecinos. Ya antes de finalizar el siglo XVI y en los subsiguientes entraron a engrosar el número de vecinos muchas otras personales nacidas en América (criollos), así como un creciente número de mestizos. Los indígenas nunca se consideraron comprendidos entre los vecinos y, por tal razón, no podían aspirar a ningún cargo de la República o, dicho en otros términos, a ningún cargo en la administración municipal. Pronto las primeras ciudades se convierten en cabezas o sedes de Gobernaciones o de Corregimientos, cuyos titulares presidían personalmente o por medio de tenientes de corregidor, los ayuntamientos o cabildos en representación del rey. Con la intención de socavar el poder de las ciudades, el rey torna vendibles los cargos de regidor, perdiéndose la capacidad de renovación de sus miembros. Caso notable es el del corregidor de Vélez, cuya jurisdicción comprendía las ciudades de Vélez, Pamplona y Mérida, además de todas las villas existentes en tan vasto territorio.

En un orden decreciente se encontraban las villas (habitadas por villanos), es decir por vecinos de menor importancia, gobernadas por un Cabildo de formación similar pero con menor número de regidores, solo un alcalde y carecían de ciertas facultades como la de nombrar alcaldes de la Santa Hermandad. Contaban también con escribano y otros funcionarios, pero nunca llegaron a tener sede de un obispo; simplemente lograban en lo religioso la calidad de parroquias. La elección de sus regidores estaba sometida a la aprobación del cabildo de la ciudad, hecho que con frecuencia desembocaba en fuertes roces entre los vecinos de la ciudad y los de las villas. El área de jurisdicción de cada villa era limitada, se encontraba comprendida dentro del correspondiente a la ciudad y no podía ejercer acción en otras áreas pertenecientes a la ciudad de la cual dependía.

Para el caso de América, la progresiva densificación de los territorios permitió con el paso de los años la aparición de cierto número de villas, como Villa de Leyva en Tunja, Girón, Socorro y San Gil en el territorio de Vélez, para citar ejemplos de la región oriental del país.

Dentro de cada ciudad existieron muchos otros lugares habitados y urbanizados, cuya aparición se produjo por crecimientos progresivos de los habitantes de origen español, fueran peninsulares o criollos, conocidos como blancos, o mestizos, y cierto número indefinido de indígenas puros o mestizados que generalmente desde fines del siglo XVII y en especial a lo largo del XVIII formaron núcleos urbanos que lograron alcanzar la doble calidad civil y religiosa de parroquias. Para lograr esa categoría, los vecinos del lugar debían costear la edificación de iglesia, cárcel, y con frecuencia escuela, así como asumir la responsabilidad de suministrar la congrua del párroco. La administración la ejercía un alcalde pedáneo, nombrado por el cabildo de la ciudad, posiblemente escogido de una terna presentada por los vecinos, como se hacía para ejercer por primera vez esos cargos, mecanismo similar utilizado para el nombramiento del párroco.

Cuando la población de blancos de la región crece sensiblemente, se producen en algunas ocasiones las condiciones propicias para la creación de una viceparroquia, donde el párroco designaba un teniente para que atendiera a una parte de los feligreses propios de la parroquia. El interés fundamental se centraba en los factores económicos, producidos por los servicios religiosos, base de largos y complejos pleitos, apoyados en las distancias y peligros usuales de los obstáculos generados por los ríos del país. Las jurisdicciones de las viceparroquias eran simples fragmentos de la parroquia inicial, de igual manera como ocurría entre las ciudades y villas. Por lo general fue el primer eslabón de la cadena para llegar a la categoría civil y eclesiástica de parroquia, pues alcanzar el nivel de villa demandaba pleitos que en ocasiones se prolongaron por casi un siglo. Para la creación de una u otra se debía alcanzar la doble aprobación: la civil otorgada por la Real Audiencia y la eclesiástica conformada por el respectivo arzobispo, superando de paso muy complejos intereses.

De manera paralela, la Corona determinó a mediados del siglo XVI reducir la dispersa población indígena a núcleos urbanos organizados de manera similar a la utilizada por los asentamientos de españoles o blancos: plaza central y manzanas cuadradas separadas por calles rectas. Paulatinamente a lo largo de la segunda mitad del siglo se pudieron organizar unos pocos pueblos de Indios, pero precisamente en 1600 la Real Audiencia de Santafé dio el paso definitivo al ordenar al más joven de sus oidores emprender ese trabajo esperado por el monarca. El resultado fue la creación en cuatro años de más de cincuenta pueblos en el altiplano cundiboyacense. El sistema de gobierno interno resultó una forma mixta, con caciques, capitanes y algunos cargos especiales, además de los vinculados al servicio de la iglesia y del cura doctrinero: sacristán, músicos, etc. Esos pueblos contaron con un territorio propio que se denominó resguardo, donde podían hacer sus siembras y tener sus ganados, y les estaba prohibido a los españoles penetrar en ellos por un tiempo previsto, así como no debían salir los indígenas sino a comerciar sus productos.

A lo largo de los siglos XVII y XVIII se produce un fenómeno demográfico de gran interés que modifica la geografía humana establecida al momento de crear masivamente los pueblos de indios: la población pura indígena disminuye sensiblemente hasta quedar muy reducida, en tanto que la población mestiza se incrementa de manera notoria. El resultado es la incapacidad de los reducidos grupos indígenas para sostener cura doctrinero, mientras la presión de blancos y mestizos desemboca en la rápida aparición de viceparroquias y parroquias, en muchas oportunidades impulsadas por las autoridades virreinales. De esta manera, al finalizar el siglo XVIII solamente existirán unos pocos pueblos de indios y en su lugar se contarán por decenas las parroquias habitadas por una gran variedad de grupos étnicos y sociales.

Con el advenimiento de la República, las ciudades, villas y parroquias se convierten en municipios, término utilizado para uniformar entes políticos de diferentes orígenes, pero de aspiraciones similares.




Videos de la charla "La importancia de la subienda" por el académico Tiberio Murcia Godoy CHH


 El 20 de febrero del presente año el Académico y Miembro del Centro de Historia de Honda, Lic Tiberio Murcia Godoy , tuvo a bien de ofrecer una charla a las candidatas participantes al quincuagésimo carnaval de la subienda de Honda y estudiantes de la Institución Educativa Departamental Puerto Bogotá, Guaduas Cundinamarca.






sábado, 18 de febrero de 2023

Tertulia entre la Academia Caldense de Historia y Centro de Historia de Honda

 


El pasado viernes 17 de febrero del presente año, luego de haber participado el día anterior en el lanzamiento de un libro en Victoria Caldas, Miembros de la Academia Caldense de Historia, arribaron a Honda, para conocerla en viva voz.

Los Miembros de Número del Centro de Historia de Honda German Ordoñez Contreras presidente, y Tiberio Murcia Godoy tesorero, tuvieron a bien de acompañarlos en el recorrido.


Pasando por el Alto de El Rosario, previa invitación de la Dra Elsa Laverde Polanco, ingresamos a su residencia a departir una exquisita limonada de coco, y a compartir experiencias académicas.


Agradecemos la visita de los Miembros de la Academia Caldense de Historia a la ciudad de Honda, a su presidente Angel Maria Ocampo Cardona, obvio queda en firme la invitación de parte de ustedes, para que el CHH participe en uno de los simposios en Manizales.

Visita a Honda de académicos de historia de Caldas Fotos Angel Maria Ocampo Cardona

 

Gratas experiencias de la Academia Caldense de Historia hoy en Honda Tolima con la guianza del historiador Tiberio Murcia Godoy. ( Viernes 17 de febrero de 2023).
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Se inicio el recorrido histórico por la Plaza de la Independencia, de gran relevancia para la ciudad de Honda, por ser la génesis histórica de la construcción hispánica en la ciudad. Está ubicada en el barrio El Carmen, a pocos metros del puente Luis Ignacio Andrade, vía principal Bogotá, Honda, Medellin, Manizales.
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Templo de Nuestra Señora de El Carmen costado oriental, antigua fachada de la Capilla de los franciscanos en 1565, y de la Parroquia de San Bartolome de Onda por los jesuitas 24 de agosto de 1620. La nueva construcción es semigotiga y su fachada hacia el norte.
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Fachada de la antigua Estacion del ferrocarril de La Dorada, queda frente al antiguo hotel America, carrera 11.
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Carrera 11, al fondo banco de la República hoy Centro Cultural de Honda, Edificio Nacional, y Teatro Honda..
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Busto de el General Benjamin Herrera, quien acuño la frase, "La patria por encima de los partidos", invitando a que las fuerzas del orden no deben inmiscuirse en situaciones políticas, se encuentra en el lote que fuese ocupado la Casa Samper Hermanos, donde laboró don Pedro Aquilino López, padre de Alfonso López Pumarejo. Ubicada entre Calle 13 ( Calle Real ) y carrera 11 esquina, cerca al puente Agudelo.
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Panorámica de Honda, bella toma realizada desde la residencia de la Dra Elsa Laverde Polanco, Miembro del Centro de Historia de Honda, se observa el puente Luis Ignacio Andrade, rio Magdalena, y casco histórico de la ciudad, al fondo la cuchilla San Joaquin en el vecino Corregimiento de Puerto Bogotá, Guaduas, Cundinamarca.
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Busto del señor David Robert Owen Hughes Williams, de origen Gales, hijo de uno de los fundadores de la Casa Inglesa, que aun existe, primer alcalde popular de Honda, su busto se encuentra al costado oriental de la Plaza José León Armero en el barrio Alto de El Rosario, cerca a la Catedral de Nuestra Señora de El Rosario.
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Plaza de mercado, costado sur oriental, fue construida sobre el antiguo terreno donde funcionó el hospicio de los franciscanos 1639, y convento de los franciscanos 1672, fue destruida por el terremoto de 1805, quedando en ruina, demolida la construcción anterior se construyó entre 1917 a 1935 la plaza de mercado bien de interés cultural nacional.
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En esta visita a Honda Tolima, bajo la orientación del historiador Tiberio Murcia Godoy, y acompañamiento de Don German Ordoñez Contreras presidente del Centro de Historia de Honda, estuvimos en, puerto de Caracoli, Convento de la Popa, antigua bodega a San Sebastian de Mariquita, aeródromo Ernesto Samper Mendoza, hoy terminal de transporte, plaza de la independencia, 
 puente Agudelo, calle de El Retiro, malecón turístico José Eusebio Suarez Gaian, batería, puerto El Retiro hoy museo de el río, callejón del sello real, cuesta de san Indefolso, casa de los virreyes, casa inglesa, casa de los consulados francés, ingles, español y estados unidos, calle de las Trampas, campamento ingles, plaza José León Armero, cuesta de San Francisco, casa del arzobispo Antonio Herran Zaldua, plaza America, museo Alfonso López Pumarejo,  calle de El Remolino, para terminar con un suculento viudo de pescado en Brisas del magdalen, a orillas del río grande de la Magdalena.
Y para que no se nos fuera olvidar el recorrido, adquirimos el libro de nuestro anfitrión.
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lunes, 13 de febrero de 2023

Ondama, el guerrero de la libertad por Tiberio Murcia Godoy

 



Ondama

Ilustración de Carlos Alfonso  Vargas

Tomado del libro Descubirneo la Villa de San bartolome de Honda, catedra local. Murcia G. T 2012

Cuando hombres de piel blanca provenientes de un país lejano , al otro lado del mar llegaron a estos territorios inhóspitos, envueltos dentro de una coraza metálica que les hacia sentir invencibles e inexpugnables en sus ataques fieros, arrojados a seres a quienes ellos creían naturales sin alma, pero al contrario de lo que el blanco creía, estos naturales eran limpios, conservados, que vivían disfrutando la naturaleza, y les llamaron “indios” porque ni idean tenían estos hombres blancos en donde se encontraban, solo venían aferrados a cargarse todo lo que brillara, por un metal que ellos llamaban oro, pero la leyenda le denomino “ El Dorado”. Pero cuando estos hombres se encontraron frente a frente, ellos, los blancos con su armatoste, y ellos, los “indios” con su lanza y cuerpo desnudo, armados solo de su coraje, rindiendo culto al valor, supieron que la conquista no les iba a ser fácil.
"En cumbres de subida rigurosa
hay en el Nuevo reino de Granada
una tierra de gente belicosa
robusta, diestra, suelta y alentada:
en lanza, maza, flecha venenosa:
desde que nace bien ejercitada.
y esta provincia que Guali su nombre,
con hechos atrevidos nos asombra".(1)

Aquí en nuestro territorio los aborígenes eran denominados “Ondaimas y Gualies” de la tribu Panche, familia lingüística de los “Caribes”, aborígenes acostumbrados a vivir sin restricciones a lo ancho y largo de valles, montañas y ríos, y quienes desconocían la palabra “esclavitud”. Y a eso llegaron los hombres blancos, a ofrecerles baratijas para someterlos y ponerlos a laborar en las minas, en sus casas o como bogas en el río Arly, pero eso si, sin libertad. Al frente de los aborígenes Ondaimas y Gualies, se encontraba el Cacique Ondama quien ostentaba el liderazgo por su gallardía y valentía en los combates. Ondama venía de la raza que había expulsado a los Chibchas de las ribera del Caripuaña, Yuma o el Arly, nacido en las refrescantes y cristalinas aguas del río Guali. De guipa le habían puesto las tablillas para deformarle su cráneo para ostentar respeto, fiereza y temor a los suyos y contrarios. Ondama era musculoso y altivo, con labios horadados y zarcillas en las orejas y la nariz, teñía con jaque o achiote sus pantorrillas y molledos de sus brazos, y su cabeza era adornada con plumas de diversos colores irradiando temor. En sus inicios participo en las danzas guerreras donde se ponían los pellejos de un rostro desollado de un enemigo que había caído en combate, lo que le fortaleció para entrar muchas veces en lucha con feroz grito, al son de caracoles y cornetas hechas con canillas de indios, utilizando macanas de chontas de dos filos, dardos de palma, hondas de fique, hacha y flechas envenenadas como armas.

"lo cual mostraban todas a la clara,
y desta voluntad nadie discrepa:
y ansí para defensa se prepara
Uxiate, Totoz y Niquatepa,
Avea, Pompoma, Pedro Cimarra
Cirirqua, Uniqua, Ondama y Uniatepa,
y otros cercanos que con gente diestra
pensaban defenderse de la nuestra".(2)

Caciques como Yuldama, Uniatepa, Abeo, Cimara, Unicoa, Cirircua, Pompoma combatieron hombro a hombro con Ondama, para expulsar de sus territorios al hombre blanco, quien portando armaduras, caballos y armas de fuego, atacaban cada día mas con cizaña en su campaña de colonización, que solo era de exterminación o esclavización, pero aun así muchos aborígenes de este territorio prefirieron morir en combate que caer como esclavo, uno de estos el Cacique Yuldama fue abatido por el español Juan Esteban

"Encuéntranse los dos de buena gana,
dura la contención y la porfia;
los golpes de la espada castellana
con otros más pesados rebatía
la fuerza y el furor de la macana
de que el bárbaro fuerte se valía,
con la preteza, prontitud, talante,
que pedía conflicto semejante.
El español escudo ya deshecho,
con respuesta mayor que la pregunta,
Juan Esteban entró con pie derecho,
uñas abajo, y enclavó la punta
por la tetila del siniestro pecho,
y el alma con la sangre salió junta,
privando del vivir a quien buenos
había hecho muhas vidas menos"(3)

Y así uno a uno fueron ofrendando sus vidas por la libertad. En un día soleado que agonizaba, y preparábase para una noche de luna llena brillante, Ondama cayó en combate, a su lado estaban Ujiate, Totor y Niquiatepa, pero la muerte le sorprendió. Fue así como el valle y las montañas circunvecinas se encontraban resplandecientes por la luna llena que guiaban el camino a los numerosos aborígenes que iban a rendirle homenaje. Mientras el dujo, banco donde siempre se sentaba, estaba vació. Allí al lado de un cuerpo inerte que trasegó y combatió valerosamente por la libertad, sus hombres le rendían homenaje a quien en vida se le llamo Cacique Ondama. Y que para orgullo de todos nosotros aun se evoca su nombre en la ciudad de Honda, territorio en el cual lucho por la libertad.

Bibliografia:
(1) Elegias de varones Ilustres de Indias. Juan de Castellanos. Selene Impresos. Bogotá. 1997. Pág. 1371.
(2) Ibid. pág. 1372.
(3). Ibid. Pág. 1373.