Honda
- De Santa Gertrudis, Fray Juan. "Maravillas de la Naturaleza". Bogotá. Biblioteca V Centenario Colcultura – Viajeros por Colombia. 1994.
"La real villa de Honda está fundada en una loma de bastante alto. A mano izquierda tiene el río de la Magdalena, que todavía en Honda es río muy grande, como se podrá hacer el cálculo, sabiendo que de Honda para la ciudad de La Plata le entran 23 ríos grandes como anotaré adelante. A mano derecha tiene el río Gualí, río que nace del páramo de Guanacas y pertenece a la cordillera. Este río es tan frío como el agua nieve bien fría. Es río que no se puede navegar porque tiene mucha corriente, pero él es bastante grande, y siendo así que allí al pie de la loma se junta con la Magdalena, con todo, a media legua de río abajo, ya la Magdalena con su calor le quitó toda la frialdad. Tiene la villa mucho comercio, porque todo lo que de España va a Cartagena por precisión ha de subir por la Magdalena a Honda para internarse tierra adentro en todo el Virreínato de Santa Fe. A Honda es que bajan a emplear para su comercio los mercaderes. No tiene la villa más que la parroquia, nuestro convento, el de San Juan de Dios, y de la otra parte del río Gualí en donde está el puerto y la tercera parte de la villa, había un colegio de jesuitas, que entonces se fabricaba de nuevo.
Fuera de la villa, al canto, tiene una loma algo más alta, adonde a la tarde se va a tomar el fresco, y en ella empieza una pampa de pajonal muy bello con sus manchones de monte, que tiene 7 o 8 leguas, llano todo como la palma de la mano, y de ancha tiene tres leguas y media o 4. A estos llanos así de pajonales llaman allá sabana. Para apero de los pasajeros y mercaderes hay allí dos providencias muy buenas. La primera es la fábrica de las petacas. Petaca llaman a unos cajones que allí se fabrican de cueros, de a vara de largo poco menos, y en proporción de ancho y alto. Allí un cuero no vale sino medio real; pero un par de petacas, forradas o de cañas o de cuero, vale 4 pesos, y hay de 6 y 8 pesos conforme las labores que les echan. Aperarse de ello se hace allá preciso, porque los baúles son difíciles de cargar, ya por la incomodidad de la bestia, que siempre lo rehusan los arrieros, y cuando se haga preciso, no puede una bestia cargar más de uno por las estrechuras que hay en los callejones de los caminos; y ya también por la fragosidad de las cuestas en subidas y bajadas muy pendientes y peligrosas. La segunda es: que de la ciudad de Neiva, y de todos aquellos lados, bajan todo el año muleros con partidas de mulas, ya de carga y ya de silla. Arránchanse en aquellos llanos, en donde tienen en los pajonales comida para las mulas, sin que cueste nada, y los caporales se vienen a Honda a buscar cargas o pasajeros, y este es su comercio. Y como toda su vida emplean en esto, salen teólogos de primera clase (…)"..
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Tomado de:
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/exhibiciones/monu/viaj_c07.htm
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