sábado, 16 de septiembre de 2017

Proclama de Manuel del Castillo y Rada. Honda, 1° de abril de 1811

Manuel del Castillo y Rada
Colección del Museo Nacional de Colombia
Tomado de; http://www.eluniversal.com.co/suplementos/facetas/la-pugna-entre-bolivar-y-manuel-del-castillo-y-rada-18853

Honda, 1° de abril de 1811

   Don Manuel del Castillo y Rada, capitán del regimiento de infantería auxiliar, comandante de las armas de esta provincia, y en ella corregidor intendente en comisión por el rey nuestro señor, etcétera. A los pueblos de Honda, Mariquita y demás de este distrito.
   Habitantes de la provincia de Mariquita:
   Un fatal destino os ha hecho sufrir ocho meses más de tiranía que el resto de vuestros hermanos de la Nueva Granada. El 20 de julio rayó para ellos la aurora de su libertad, y para vosotros no amaneció hasta el 29 de marzo siguiente. Conducidos en la primera época por el impulso con que la naturaleza arrastra en pos de su bien a todos los seres, vosotros no sólo abrazasteis el partido que tomó la capital del reino con su heroica resolución de romper las pesadas cadenas que la oprimían, y proclamar los sacrosantos derechos del hombre, sino que conociendo la insuficiencia de vuestra aptitud para sostener el rango de un Estado independiente, ¡os pusisteis bajo su poderosa protección, os sometisteis al sabio gobierno que estableció, lo reconocisteis y proclamasteis llenos de júbilo y aclamaciones! ¡Felices vosotros si hubieseis sido constantes en vuestra resolución! Pero el genio enemigo de nuestro bien, el que no desprecia medio que pueda arrastrarnos al estado lamentable de nuestra antigua esclavitud, suscitó entre vosotros diferentes facciones que han trabajado incesantemente con tan detestable objeto. Estos hombres, enemigos de Dios, y del don más apreciable que nos ha concedido a los americanos como al resto de nuestros semejantes, eternos perseguidores de la libertad que para siempre hemos reconquistado, os alucinaron haciéndoos creer que podíais sostener la dignidad de provincia independiente y os hicieron cometer la perfidia de sustraeros de la obediencia que espontáneamente habíais prestado al gobierno de Santafé, para que rotos los lazos que os unían con él y hacían invencibles, pudieseis ser víctimas de su despotismo. Lograron su intento. ¿Y cuántas han sido las consecuencias? Vosotros las sabéis que habéis sufrido las vejaciones, tropelías y males que no ignoráis, y que habéis estado al borde del mayor de los precipicios en que iba a estrellarse vuestra libertad, y a encorvarse vuestros cuellos bajo el enorme peso de la tiranía, que de nuevo os querían hacer recibir, con el indebido reconocimiento de los ilegales gobiernos formados sucesivamente en la desolada España, a que os querían comprometer. En esta espantosa crisis os hallábais, cuando llegaron vuestros clamores y la noticia de vuestro peligroso estado al solio del soberano gobierno, mi comitente. Conmovida su piadosa generosidad, resolvió, olvidando vuestra ingratitud, dispensaros su alta protección. Mandó disponer una respetable expedición militar, me dispensó el honor de ponerme a su frente, me confió una comisión política de la mayor importancia, y me previno que a toda costa volase a salvaros, a extirpar vuestros tiranos y organizar vuestro gobierno. Con esta noticia se estremecen vuestros tiranos, tiemblan al saber que me aproximo, pretenden resistir mi entrada, trabajan por difundir la opinión de que mis tropas venían a profanar vuestros hogares, a saquearlos, y... ya sabéis cuántos arbitrios han meditado para desacreditar mi misión.
   Pero vosotros, que no ignoráis la liberalidad de mi gobierno; que estáis persuadidos de que los americanos somos incapaces de representar las desoladoras escenas que para siempre harán detestable la memoria de los caudillos de la jornada de Ambalema, todo lo despreciasteis, y abristeis los brazos para estrechar en ellos a los que al título de hermanos vuestros añadimos hoy el de libertadores. De nada serviría todo lo hecho, y mi comisión sería bien insignificante si sólo se contrajese a cubriros con la égida de la fuerza armada que vengo a mi mando, para evitar nuevos atropellamientos de particulares, desentendiéndose de obrar la felicidad de los pueblos, organizar su gobierno, y fijar su sistema. Santafé, que respeta los sagrados derechos aun de los más infelices lugares, quería que se diese este paso convocando una representación de todos los partidos que componen la provincia, para resolver el problema de si le sería más conveniente continuar gobernándose por sí sola o si, convencidos ya de lo impracticable de este proyecto tan calamitoso, convenían en volver a su primera y más acertada resolución de sujetarse al gobierno de la capital en el cual serían representados según sus respectivas poblaciones, no menos que en el congreso general del reino; pero los departamentos de La Mesa, Tocaima, Espinal, La Palma, Ambalema e Ibagué se anticiparon a expresar su resolución de someterse al gobierno de Santafé, enviando los cuatro primeros sus representantes al colegio electoral para sufragar por los individuos que debían renovarlo, según acaba de hacerse, y dictarles la constitución ya sancionada, y que sirve de base al Estado, y los últimos han protestado que primero se verán reducidos a cenizas, que gobernados por Honda y Mariquita. Está, pues, causada la pluralidad, y por la voluntad del pueblo libre de esta provincia, ella unida a la de Santafé, formando un solo Estado en la Nueva Granada, gozando ambas de iguales derechos en la formación de su común gobierno, y respectiva separada representación en el congreso nacional que pronto veremos formado legalmente para la tranquilidad del reino.
   Sólo resta para vuestra prosperidad que procedamos a renovar con legalidad por el voto libre del pueblo los cuerpos municipales de esta villa, y ciudad de Mariquita, para que teniendo estas legítimas representaciones podamos reunir las cortes parciales de la provincia, y elegir debidamente su diputado para el congreso o ratificar la anterior elección, obra de vuestro primer interés, ya que inmediatamente voy a dedicarme con el carácter de corregidor intendente de que estoy investido por merced del gobierno soberano del Estado. Para ello se hace preciso proceder ante todas las cosas a su formal reconocimiento con exclusión de cualquier otra soberanía que no sea la que por un acto de generosa espontaneidad tenemos reconocida en el señor don Fernando VII, para cuando llegue el suspirado día de verle libre de su actual cautiverio, y entre tanto en el soberano gobierno de Santafé su legítimo depositario, sin la menor dependencia del ilegal consejo de regencia de Cádiz, ni menos de las nominadas cortes generales de la nación formadas en la isla de León, acto que deberá verificarse en el día por el ilustre cabildo y demás cuerpos y empleados civiles y militares, y que el infrascrito cuidará de hacer ejecutar solemnemente a los enemigos y sospechosos en nuestro actual sistema. Entre tanto ordeno y mando bajo las más severas penas a todos los habitantes de la provincia, cualquiera que sea su estado, clase o condición, respeten nuestro sistema, se abstengan de atentar, ni hablar contra él, entendidos los descontentos de que tienen libertad de ocurrir al corregidor que les franqueará pasaporte y auxilios para que puedan mudar su domicilio siempre que examinada su conducta resulte que no son responsables a la indemnización de los daños causados por los facciosos autores de las últimas convulsiones de esta villa y de la de Ambalema; y prohibo que se falte al respeto que recíprocamente nos debemos los hombres, aun cuando nuestras opiniones sean contrarias, ni aun en el caso de juzgar a algún individuo enemigo del actual gobierno, que cuidará de celar de su decoro y conservación, de administrar justicia, reparar agravios, y sobre todo de velar sobre la seguridad pública e individual. Por último, declaro disuelta la junta ilegal que con el nombre de suprema provincia ha gobernado en Mariquita y Honda y por únicas legítimas autoridades las del infrascrito corregidor intendente, sus señorías alcaldes ordinarios, prohibiendo se falte al respeto, ni menos se insulte a los que componían la disuelta junta, en inteligencia de que se oirán las quejas de todos los que se crean agraviados y se les hará justicia. Debiendo quedar entendidos todos los ministros a cuyo cargo ha estado la administración pública, de que no deben cumplir libramiento ni orden alguna que se les comunique por otro conducto, que el de la intendencia, pena de responsabilidad.

Manuel del Castillo y Rada,

Corregidor intendente comandante de armas.

Francisco Santander y Omaña,

Secretario

.
Tomado de; .http://www.bdigital.unal.edu.co/345/3115/Final.html#2c

No hay comentarios:

Publicar un comentario