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jueves, 11 de febrero de 2021

En esta residencia nació el Arzobispo Antonio Herrán y Martínez de Zaldúa en Honda Tolima


En la esquina de la Carrera 13 con calle 12, entrada occidental a la Calle de las Trampas,  al lado de la residencia de don Joseph de Diago (donde se proclamó al Rey de España Fernando VII en 1808) se encuentra la residencia donde nació , quien años mas tarde se convirtiera en el Arzobispo de Bogotá, Antonio  Herrán y Martínez de Zaldúa.
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Leamos lo que ya algunos han escrito sobre él.

Miembro de una acaudalada familia española, fue hermano del Presidente de Nueva Granada, general Pedro Alcántara Herrán y su madre era prima del Arzobispo Baltasar Jaime Martínez de Compañón. Estudió en Bogotá en el Colegio de San Bartolomé y recibió el título de Doctor en Derecho Canónico en el Colegio Mayor del Rosario; en 1821 fue ordenado sacerdote y fue asignado al curato de Fontibón y un año después viajó a VélezSantander, como nuevo párroco.

En 1830 regresa a Bogotá y es nombrado Obispo titular de Amicta en 1834, ejerciendo diferentes funciones en la administración de la Arquidiócesis como provisor, vicario general y maestrescuela.

Primeros Años

Al recibirse la noticia del fallecimiento del Arzobispo Manuel José Mosquera en 1853, es nombrado "Vicario capitular en sede vacante" y en enero de 1854 es elegido como nuevo Arzobispo, si bien solo puede ser consagrado hasta un año después, debido a la convulsión política causada por el golpe de Estado del general José María Melo.

Arzobispo
Sus primeros años de arzobispado resultan bien ambientados gracias al respaldo de los gobiernos conservadores de Manuel María Mallarino y Mariano Ospina Rodríguez, pero a partir de 1860 debe afrontar fuertes convulsiones políticas. La primera de ellas fue suscitada por su respaldo a Julio Arboleda, sobre su propio hermano el ex Presidente Pedro Alcántara Herrán, para ser candidato a la Presidencia en 1861. En este mismo año, el general Tomás Cipriano de Mosquera da un golpe de Estado, se hace al poder y decreta la tuición de cultos, la desamortización de bienes de manos muertas y la expulsión de la Compañía de Jesús, así como el destierro de numerosos clérigos, entre ellos el Arzobispo de Bogotá; si bien el exilio solo lo llevó hasta Cartagena de Indias, desde donde alentó al clero a rechazar la presión del gobierno nacional. En 1864 regresa a Bogotá, contando con el respaldo, como Vicario General, de quien sería su sucesor, monseñor Vicente Arbeláez. En 1866 Mosquera regresa al poder y el anciano Arzobispo Herrán recibe nuevamente fuertes ataques, en medio de los cuales convoca un Concilio Provincial (que incluía todas las diócesis del país) ordenado por el papa Pío IX, pero que no llega a inaugurar debido a su delicado estado de salud, falleciendo en el municipio de Villeta, donde intentaba recuperarse.
Cabe notar que su acérrimo enemigo, el general Mosquera, era el suegro de su hermano Pedro Alcántara Herrán, así como el hermano de su antecesor, monseñor Manuel José Mosquera.
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Tomado de;
https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Herr%C3%A1n
.Residencia donde nació un 11 de febrero de 1797, quien años mas tarde fuese Arzobispo de la Nueva Granada. Antonio Herrán y Martínez  de Zaldúa.
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Ficha Bibliográfica

Título: Herrán, Antonio
Colección: CleroBiografías
Palabras clave: BiografíaColombiaEclesiástico
Temas: Clero

Eclesiástico nacido en Honda, Tolima, el 11 de febrero de 1797, muerto en Villeta, Cundinamarca, el 7 de febrero de 1868. En medio de los grandes conflictos entre la Iglesia y el Estado, cuando los liberales eran liberales y los conservadores, conservadores, se alza la figura serena del arzobispo Antonio Herrán y Zaldúa, quien desarrolló su labor pastoral durante la época del más virulento anticlericalismo que haya tenido que soportar la Iglesia en Colombia. Hijo del acomodado español Pedro Antonio Fernández de la Herrán y de Matea Martínez de Zaldúa, nativa de Honda y prima del famoso clérigo Baltazar Jaime Martínez de Compañón, monseñor Herrán estudió en los colegios de San Bartolomé y del Rosario, donde se doctoró en Derecho Canónico.
El 3 de junio de 1821 fue ordenado sacerdote por el obispo de Mérida, en Pamplona. Era corpulento y robusto -escribe José María Samper- y sus atractivos modales y distinguido continente le daban el aire de uno de aquellos antiguos padres de la Iglesia, de quienes nos habla la historia con veneración. Tenía la línea de la ceja muy pronunciada, la frente espaciosa y noble, la boca pequeña y recogida, los ojos pardos y de mirar suave y afectuoso, el rostro lleno de rasgos blandos, y en toda la fisionomía una expresión de serenidad y benevolencia que cautivaban por extremo, al mismo tiempo que de austeridad de hombre justo que imponía respeto.

Monseñor Herrán inició a los 24 años su dilatada carrera apostólica: curato interino en Fontibón entre 1821 y 1822, y en Vélez, Santander, hasta febrero de 1830; el 27 de enero de este año, el general Simón Bolívar lo nombró medio racionero de la catedral, pero no aceptó al ser nombrado obispo de Amicta in partibus, el 20 de enero de 1834; miembro de la Sociedad Católica de Ignacio Morales, fue provisor y vicario general desde el 21 de diciembre de 1840, y maestrescuela, el 22 de abril de 1849. Esta es la época de las grandes reformas liberales, cuando el proyecto estatal chocaba frontalmente con los intereses de la Iglesia. Nombrado vicario general por el arzobispo Manuel José Mosquera, el 25 de agosto de 1852, simultáneamente con su destierro, desarrolló una labor dificilísima desde el 1 de septiembre de 1853; y el 7 de febrero del año siguiente fue electo vicario capitular en sede vacante.
José Restrepo Posada cuenta cómo al tener conocimiento de la muerte del arzobispo Mosquera, las dificultades para elegir su reemplazo fueron grandes [. . . ] pues sólo había 4 capitulares. Se hicieron 26 escrutinios y resultaba siempre empate. Nombrado arzobispo de Bogotá el 13 de enero de 1854, sólo fue consagrado el 15 de abril de 1855, debido al golpe del general José María Melo contra el presidente José María Obando. La administración del moderado Manuel María Mallarino -narra Fernando Díaz Díaz- preparó el restablecimiento pleno de la Iglesia durante la administración de Mariano Ospina Rodríguez, contra lo cual reaccionó el general Mosquera, con sus medidas contrarias al cuerpo eclesiástico.
En 1860 se desató una gran polémica contra monseñor Herrán debido al cambio del candidato presidencial: su hermano, el general Pedro Alcántara Herrán, por el general Julio Arboleda; proceso en el que el periódico El Catolicismo jugó un papel importante. Sobrevino, entonces, la guerra de 1860-1862, en la que obtuvo el triunfo el general Tomás Cipriano de Mosquera, en colaboración de los generales José María Obando y José Hilario López, contra el presidente legítimo Mariano Ospina Rodríguez, de quien se dijo había sido apoyado casi exclusivamente por el clero. El 9 de septiembre de 1861 Mosquera dictó la desamortización de bienes de manos muertas, y posteriormente, el decreto sobre tuición de cultos y la disolución y expulsión de la Compañía de Jesús.
Mosquera completó estas providencias el 3 de noviembre de 1861, decretando la prisión del arzobispo, y el 5 de noviembre declaró la extinción de las comunidades religiosas opuestas a la desamortización. Monseñor Herrán inició su destierro el 8 de noviembre, cuando salió hacia Cartagena, pasando unos días en Mompós, en un viaje lleno de grandes dificultades. Desde el exilio, monseñor Herrán conceptuó sobre si los sacerdotes, para poder ejercer su ministerio, debían prestar el obligatorio juramento prescrito por el gobierno: Imitando el ejemplo que nos dieron (los apóstoles] obedezcamos a las autoridades constituidas en todo lo que ellas tienen derecho a exigirnos [...] pero cuando traspasando los límites de lo terreno y temporal quieran obligarnos a cosas que sólo son espirituales, o que tocan exclusivamente al régimen de la Iglesia, contestémosles con respeto, pero con una energía evangélica "non possumus", primero es obedecer a Dios que a los hombres.
Esta actitud fue aprobada por el Papa. La nueva administración de Manuel Murillo Toro atenuó las tirantes relaciones con la Iglesia, lo que permitió el regreso de monseñor Herrán a Bogotá, el 1 de septiembre de 1864. Pero al retornar al poder el Gran General en 1866, Mosquera arreció sus duras críticas contra Herrán, a quien acusó de dirigir la oposición: El arzobispo de Bogotá y otros obispos están en completa rebelión, decía. Una orden del papa Pío IX citó, entonces, a un Concilio Provincial para tratar la situación de la Iglesia en el país, y convocó a monseñor Herrán, quien se encontraba en Villeta recuperándose de quebrantos de salud. Monseñor no pudo asistir, y falleció en este pueblo cundinamarqués, el 7 de febrero de 1868. Sepultado en la catedral de Bogotá, el corazón del arzobispo Herrán reposa en una pequeña cavidad en el muro oriental de la capilla de Santa Isabel de Hungría, entre las tumbas de los arzobispos Manuel José Mosquera y José Telésforo Paul.
JUAN DAVID GIRALDO

Bibliografía

Botero Restrepo, Juan. Breve historia de la Iglesia colombiana. Medellín, Copiyepes, 1983. Groot, José Manuel. Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada. Bogotá, Casa Editorial de Medardo Rivas, 1893. Restrepo Posada, José. Arquidiócesis de Bogotá. Biografías de sus prelados. Bogotá, Ed. Lumen Christi, 1961-1966, tomo II. Restrepo Posada, José. Genealogía episcopal de la jerarquía eclesiástica, 1513-1966. Bogotá, Editorial Lumen Christi, 1968. Restrepo Posada, José. Cabildo Eclesiástico de Bogotá. Bogotá, Kelly, 1971.
Esta biografía fue tomada de la Gran Enciclopedia de Colombia del Círculo de Lectores, tomo de biografías.
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Tomado de;
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biografias/herranto.htm

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